Hijos de Ramón Rubal SL, crecer dando valor añadido a la madera de pino

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18/11/2020

En la parroquia de Mor, en Alfoz, se encuentra este aserradero con 85 años de historia que está apostando en los últimos años por la innovación y la calidad con procesos de segunda transformación y soluciones personalizadas que se adaptan a las necesidades de sus clientes, tanto dentro como fuera de España. De sus instalaciones saldrán los elementos necesarios para el primer edificio público de Galicia construido totalmente en madera.

Galicia es una potencia productora en diferentes ámbitos del sector primario como el lechero o el forestal, pero dar valor añadido a esas producciones era tradicionalmente una de las carencias que arrastraba nuestra comunidad. En los últimos años se han producido, en general, tímidos avances en el ámbito de la transformación, aún insuficientes para sacar el máximo partido a lo que sale de nuestras ganaderías o de nuestros montes. Es un camino en el que la empresa Hijos de Ramón Rubal SL está metida de lleno.

 

La sociedad trabaja sobre todo en el campo de la madera de pino, ampliando y modernizando procesos que abren nuevas puertas y oportunidades a un producto muchas veces mal considerado y que limitaba hasta hace poco su uso a embalajes, fabricación de muebles o encofrados de construcción, lo que no permitía precios elevados y mayor rentabilidad a los distintos los eslabones de la cadena de producción y primera transformación.

Pero esta empresa de Alfoz, que cuenta con aserradero e infraestructura para el aprovechamiento forestal, demuestra que es posible descartar mitos como el de que la madera de pino no vale para la construcción estructural. De sus instalaciones, situadas en la parroquia de Mor, saldrán los 430 metros cúbicos de madera de pino necesarios para fabricar el tablero que se empleará en la construcción del edificio Impulso Verde, que se levantará en el barrio de A Garaballa, en Lugo, el primer edificio público que se hace en Galicia solo con madera.

«Vemos futuro a la construcción en madera y queremos seguir apostando por eso. Pensamos que ese camino puede servir para dar un buen impulso al pino, aportarle un valor añadido mayor y acabar con esa falsa creencia que había hasta ahora, que parecía que era una madera de segunda que no valía para la construcción», afirma Alberto Souto Franco, que junto a su hermano Jorge dirigen en la actualidad esta empresa familiar nacida de una pequeña carpintería.

85 años de historia

Alberto y Jorge son la cuarta generación de una saga vinculada al sector de la madera en la comarca de A Mariña que inició Ramón Rubal en el año 1936 cuando este ebanista, que ya había heredado el oficio de su padre, decidió montar un aserradero. El busto del fundador preside hoy la entrada a las instalaciones de la empresa, que dirigen sus bisnietos desde el año 2007.

 

Ramón Rubal era una persona inquieta y emprendedora que ya en el año 1936 apostó por la mecanización, colocando en el aserradero una sierra de cinta movida por un motor de gasolina como el que se usaba en las máquinas de mallar, un sistema que años antes ya había aplicado a otro tipo de herramientas, como a una cepilladora.

 

El año 1988 supone un nuevo salto cualitativo en la empresa, cuando los nietos de Ramón Rubal compran el terreno necesario para construir un aserradero totalmente nuevo, con una línea de serrado de origen francés, una importante inversión que sirvió para mantener a la firma como la empresa puntera y competitiva que es hoy.

 

Innovación y modernización continua

Alberto y Jorge heredaron ese mismo espíritu, innovando y modernizando las instalaciones año a año con nuevas reformas y compras de maquinaria. Este año han montado una línea de clasificado nueva, mucho más automatizada y al finalizar 2020 contarán también con una nave de almacenamiento de biomasa.

Son mejoras continuas que se suman a las realizadas en los últimos años, como la nueva línea de serrado instalada en el año 2017 o la canteadora montada el año pasado, en el que también incorporaron una desdobladora y un apilador de tablas. «Todos los años hacemos inversiones en mejorar y modernizar las instalaciones, el año pasado fueron inversiones muy fuertes y este año algo menos. Nos frenó un poco la covid-19, porque la situación actual no te da seguridad para hacerlas», reconoce Alberto.

 

La inestabilidad y los efectos del coronavirus en el sector

Su hermano Jorge explica que el coronavirus y el confinamiento decretado en los meses de marzo y abril provocaron una situación anómala en el sector este año. «Hubo un parón total durante los dos meses del confinamiento y luego se fue reactivando poco a poco. El mercado nacional se redujo considerablemente en primavera pero nosotros pudimos seguir trabajando esos meses gracias a la capacidad de adaptarnos a cualquier tipo de producción. Ahora se está empezando a mover un poco más el mercado nacional pero no sabemos lo que puede suceder si por culpa de la segunda ola de la pandemia se vuelven a decretar medidas drásticas», indica.

Ese mismo temor lo tiene Alberto. «La incertidumbre es tal que para el año que viene no se pueden hacer previsiones ni se puede prever como será y si preguntas para mañana aun tendría dudas. Los pedidos ahora son de un día para otro», explica.

Versatilidad y capacidad de respuesta

Una de las características que destacan en esta empresa de Alfoz es su capacidad de adaptarse a las distintas necesidades de sus clientes gracias a su capacidad tecnológica. «Hoy fabricamos sobre pedido, no tenemos almacenado demasiado. En tres o cuatro días, que es el tiempo que se necesita en el secadero, podemos fabricar y servir a medida adaptándonos a las demandas concretas de los clientes. Para eso hay que tener maquinaria versátil que nos permita variar medidas a veces dentro de un mismo día», detalla Alberto.

Además de pontones y tablas de distintos anchos y medidas, que es en lo que están especializados, también producen astillas, serrín y corteza. «Son subproductos que también aprovechamos», cuentan. Con ellos sirven a industrias de tablero y a empresas de jardinería o biomasa.

Fabricación a medida

El aserradero procesa diariamente unas 200 toneladas de rolla de pino que proceden tanto de los montes que cortan ellos directamente como de otros maderistas tanto de la provincia de Lugo como de Asturias. «Nosotros cortamos en el monte más o menos un 50% pino y otro 50% eucalipto y después también compramos pino para alimentar el aserradero a otras empresas forestales de Lugo y el occidente de Asturias que también nos suministran», explica Jorge.

Hijos de Ramón Rubal finalizó el año 2019 con una facturación de 5,5 millones de euros sumando las dos divisiones de la empresa, el aserradero y la empresa de explotación forestal. «Aumentamos la facturación al aumentar la segunda transformación en varios procesos y eso ha hecho que nuestra facturación casi se doblara en los últimos años gracias a ese valor a mayores que le damos a la madera. Ahora entregamos el producto con más valor añadido después de la primera transformación, aumentando la calidad y el valor de la madera», cuenta Alberto.

«Tenemos aún capacidad para seguir creciendo, tanto en primera como en segunda transformación. Ahora no se trata solo de producir, sino de dar valor», añade, a través de control de calidad, secados optimos, tratamientos a la madera e incluso algún proceso de segunda transformación, detalla.

Creación de empleo en la comarca

El sector forestal es uno de los polos fundamentales de creación de puestos de trabajo en la comarca de A Mariña gracias a empresas como Hijos de Ramón Rubal, que cuenta con una plantilla de trabajadores de 25 empleados. De ellos, 10 se dedican a la producción en el aserradero, en todo el proceso que va desde la recepción del tronco al envío final de las tablas a los clientes, y el resto del personal se reparten entre el trabajo en el monte, administración y mantenimiento.

Pero su impacto laboral es mucho mayor al empleo directo creado. «Tenemos todo el transporte subcontratado y cada día salen de aquí varios camiones de tabla, astilla y corteza y otros tantos de eucalipto, puntal de pino, etc. Al tener el aserradero permitimos de este modo que la madera de pino que cortan otras empresas forestales en la comarca salga de A Mariña transformada», razona Jorge.

Productos que viajan a cuatro continentes

La nueva línea de serrado instalada hace tres años permitió a esta empresa de Alfoz ganar en producción y capacidad de respuesta, pudiendo así acceder a nuevos mercados. Los productos elaborados en San Pedro de Mor viajan a distintas partes del mundo. Tienen clientes en más de una docena de países, entre los que destacan China, Vietnam, Cuba, República Dominicana o Marruecos.

«Cuidamos mucho a nuestros clientes, tanto nacionales como extranjeros, eso nos hace seguir trabajando en tiempos difíciles como los que se vivieron a raíz del coronavirus», explica Jorge. Esta estrategia les permitió amortiguar mejor el shock provocado por el confinamiento de esta primavera y mantener su actividad como industria de un sector declarado esencial. «Paramos solo tres días y no hicimos ni ERTEs ni despidos».

Preocupación por el medio ambiente

La salud y seguridad de sus trabajadores, al igual que el cuidado del medio ambiente, son señales de identidad de la empresa que Alberto y Jorge dirigen. Tres certificados ESO acreditan sus sistemas de gestión ambiental, calidad y seguridad y salud laboral tanto en el aserradero como en la gestión y explotación forestal y cuentan además con los dos certificados de cadena de custodia de productos forestales, tanto el PEFC como el FSC, logrados en 2010 y 2013 respectivamente, garantía de que sus productos proceden de montes gestionados de manera responsable.

En su larga historia esta empresa de Alfoz pasó por distintas fuentes de energía con las que alimentar sus máquinas, desde la fuerza del agua del río Ouro en Vilaude en sus inicios a una caldera de vapor montada ya en Mor y sustituida más tarde por la electricidad de la Central Hidroeléctrica de La Onza, que sigue en funcionamiento en la parroquia de O Pereiro.

Hoy sobre los techos del aserradero y los distintos almacenes Hijos de Ramón Rubal tiene instalados 120 Kw de placas solares y cuentan también con una caldera de biomasa que produce calor para los cuatro secaderos de las instalaciones, una forma de ahorrar energía y abaratar costes con la utilización de fuentes renovables. La caldera se alimenta en este momento con corteza que sale del proceso de descascado de la rolla, pero están valorando sustituirla por otros desechos del proceso productivo.

Fuente: Campo Galego

 

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